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Sobre la búsqueda de mis orígenes

Cuando llegué a Venezuela desde Nepal, lo hice estando bastante enfermo. Mi estadía en Nepal me había activado varios virus que desconocía hasta ese momento. Estuve en varias consultas médicas con distintas especialidades tratando de buscar un diagnóstico, y con cada uno de los médicos que visitaba se abría una nueva historia clínica, que implica en primer lugar la búsqueda de antecedentes de cualquier tipo de  patología. Todo iba bien con los antecedentes maternos, tenía toda la información que me solicitaban: antecedentes de diabetes, hipertensión, cáncer, etc. Pero cuando implicaba dar información sobre mi papá, solo se oía el silencio. A ver, conozco a mi papá, crecí con él, tengo la fortuna de tenerlo aún conmigo, tiene más de 35 años de casado con mi mamá, somos cercanos, pero él siempre ha sido un hombre sano, o al menos eso creemos todos.

A mi papá no le gustan los hospitales ni nada de lo que tenga que ver con chequeos médicos, de mi papá desconozco hasta el tipo de sangre. Además de eso, mi papá no acostumbra a hablar mucho de sus padres y abuelos, aunque manejo información básica, desconozco mayores detalles como para responder una encuesta médica. 

Así que mi situación de salud fue mi impulso para querer saber más de mi, mis orígenes y de donde vengo: Conocer las fuentes del producto que soy. 

En la estación de buses de Selcuk, Turquía, conocí a Thomas, un señor de 53 años, empresario exitoso oriundo de Estados Unidos, quién estaba viajando solo alrededor de Medio Oriente y el Caúcaso, en búsqueda de un significado de vida y de descubrir quién era. Nos conocimos justo de camino a Denizli, y eramos los únicos dos extranjeros en el bus así que facilitó la conversación. Para hacerles el cuento corto, Thomas me contó que en su adolescencia descubrió que era adoptado, de hecho había sido abandonado por su familia y entregado a una pareja de migrantes mexicanos en un estado del Sur de Estados Unidos, donde creció. Ya de adulto, habría emprendido una búsqueda de su madre y padre biológicos, había tomado pruebas de ADN en un registro que se asegura de conseguir a tus parientes a partir de similitudes en el ADN, pero hasta el momento no había tenido resultados positivos. A la mañana siguiente el seguiría camino al Sur, mientras que yo seguiría hacia el Este. Antes de irse fue a tocar la puerta de mi habitación para contarme que había recibido una notificación del sistema de registro del ADN para indicarle que habían encontrado a una aparente prima de él, quién también se había realizado la prueba de ADN y había entrado en el sistema con lo cual la plataforma pudo hacer el emparejamiento. 

Les cuento la historia de Thomas, porque recuerdo que su cara de alegría al recibir la notificación de la plataforma y la pasión con la que hablaba la noche anterior de su trabajo personal, me hizo caer en cuenta en varias cosas: 

- Todos tenemos una necesidad de saber quiénes somos, de definir nuestra propia identidad y de ser reconocidos por ello. 

- El autodescubrimiento no es algo que ocurre a una edad determinada y, 

- El autodescubrimiento no es una fase biológica de la vida, eso quiere decir que no pasa porque debe pasar. Ocurre si estás dispuesto a escuchar las señales, a pausar e iniciar este proceso. 

Hace un tiempo vi la serie Sense 8 en Netflix por recomendación de una amiga, si no la conocen, les invito a que le echen un ojo, pero les dejo por acá un fragmento de un capítulo que me gusta mucho sobre la identidad: (4) SENSE8 - ¿QUIÉN SOY?- Español - YouTube 


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