Por primera vez en 25 años pareciera ser que mi país, Venezuela, tiene una oportunidad real de lograr un cambio de gobierno por la vía democrática del voto. Sin embargo, intento no emocionarme y mantener mi esperanza al mínimo. La desesperanza aprendida y la indefensa adquirida ya son parte de mi mecanismo de defensa para enfrentar la realidad de mi país. Hemos pasado demasiadas cosas en los últimos años. No quiero ilusionarme en vano. En mi país, tenemos una relación complicada con las elecciones. Conscientemente, unos días antes de las elecciones me abastecí de alimento, porque uno nunca sabe qué pueda ocurrir, y si algo ocurre lo mejor es que te agarre con alimento en casa. En Catia, el barrio donde vivo, se escucha “compren velas, por si acaso”. Todo parece estar normal, sin embargo, tengo una semana que no logro dormir más de 4 horas en la noche. La ansiedad toma mi cuerpo y trato de poner en práctica todas las herramientas que conozco para gestionarla. Un dolor de cabe...
Algunos días atrás veía por primera vez la película "El Efecto Mariposa" (2004), una que particularmente no había llamado mi atención hasta entonces. Para quiénes no la han visto, como yo hasta hace algunos días, esta película narra una secuencia de eventos que marcan las vidas de las personas que las viven y la necesidad de cambiar dichos eventos para afectar el futuro. A mi parecer, esta película puede resumirse en la frase "No puedes cambiar lo que es alguien sin destruir lo que fue" que aparece a mitad de la cinta.
También, días atrás, entrevistaba a Yendri Velasquez, un activista de Derechos Humanos en Venezuela y defensor de los derechos LGBTIQ+, y conversabamos sobre la identidad. Yendri expresó que los seres humanos "somos un montón de cosas", y es cierto. Nuestra identidad no es inmutable, sino que por lo contrario, va cambiando cada que experimentamos nuevas vivencias, conocemos nuevas personas, accedemos a nueva información, etc. Esto nos lleva a la idea de que queramos o no, permanentemente estamos cambiando.
Ahora, ¿qué sucede con las experiencias no tan positivas y/o dolorosas que influyen sobre nuestra identidad, lo que somos actualmente? ¿las olvidamos? ¿enterramos y/u ocultamos? ¿las mostramos? ¿las sanamos?
Por lo general, solemos responder a este tipo de experiencias intentando olvidar, ya que si logramos olvidar no habrá más dolor, pero ¿acaso si olvidamos esto, no estamos también olvidando parte de quiénes somos? Con esto no quiero expresar que las experiencias no-positivas, dolorosas y/o traumáticas son la totalidad de lo que somos, pero si forman parte del prisma que define nuestra identidad.
Hace un par de años cuando realizaba distinas terapias a fin de sanar un proceso doloroso, mi terapeuta me dijo algo como esto: "Todas las terapias que estamos haciendo nos permiten acceder a información de tu pasado, pero el pasado hoy ya no lo podemos cambiar. Toda esta información te permite tomar decisiones hoy sobre tu presente, esto si puedes cambiarlo. Toma decisiones".
Frente a la multiplicidad de eventos que pasan en nuestra vida diariamente, tenemos siempre el poder de tomar decisiones (donde incluso no hacer nada es una decisión), y estamos, consciente o inconscientemente, diariamente tomando decisiones que afectan nuestro presente y futuro, que moldean y moldearán quiénes somos.
Como me comentaba Yendri, efectivamente somos un montón de cosas complejas que cambia con el tiempo y las experiencias. Ahora bien, ¿han pensado en que en ocasiones nuestra vida puede cambiar tan rápido que inconscientemente nos aferramos a una vieja versión de nosotros mismos que ya no existe?
En mis últimos 6 meses he estado tomando muchas decisiones a nivel personal y profesional que han afectado positivamente mi presente, sin embargo, la contrariedad entre lo que fui y lo que soy actualmente me ha generado un sinsabor que inconscientemente me hace aferrarme a la vieja pero conocida versión de mi.
Hace unos días compartía con una buena amiga que ha estado haciendo cambios importantes en su vida, y le comentaba sobre mi sinsabor y me decía algo como "ahora que tu vida cambió, tienes que integrar el cambio en tu vida". Aquello por lo que trabajaba meses y años atrás que hoy es una realidad, ya no está separado de mi, es parte integrada de mi nuevo yo, y debo reconocerme e identificarme con esta nueva versión, disfrutarme en esta nueva etapa de vida.
Así que no solo se trata de tomar decisiones para cambiar, se trata también de aceptar e integrar el cambio en nuestra vida como una constante, dejarnos guiar por la ola de la transformación y sentirnos merecedores de las cosas bonitas que nos ocurren y de la paz que sentimos.
Una película y conversaciones con amigos me trajeron a esta reflexión, gracias a ellos puedo ver con distintos ojos mi nueva realidad. Seguiré transformandome e integrando el cambio, porque no es diferente a mi, soy yo.
Con mucho cariño,
Luis Alvarado Bruzual
Nota: Feliz año nuevo 2022 a todos los lectores del blog, deseo que su vida se impregne de mucho amor y que gocen de salud en especial en estos tiempos tan difíciles para la humanidad. Sean felices y llenen al mundo de su felicidad.
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