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¿Cómo se viven los tiempos de cambio en un país con inestabilidad política y social?

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La recorrí completica gracias a “Saltaparriba”, un señor con una gracia infinita y una amabilidad tan increíble que me encontré mientras él pescaba en los Canales de Río Chico. Me di cuenta que era muy popular en Río Chico, todos lo conocían y a todos me presentaba. Me contó que fue camionero, que recorrió toda Venezuela, que ahora es locutor, entre otras cosas. No sé si sea una virtud pero la gente que conozco está dispuesta a contarme su vida y a desahogarse conmigo, me ha pasado varias veces, y he aprendido y conocido tanto de esas personas que nos convertimos en “panitas” y es como si me trajese conmigo un pedazo de cada lugar que visito.

Vi un juego de béisbol que se llevaba a cabo en el estadio, entré a una cancha y unos niños jugaban al baloncesto, caminé por sus calles y tropecé con varios grupos de jóvenes que iban al liceo, hablé con la gente y descubrí personas maravillosas.

                         

Conocí a la señora María Rada quien hace un excelente trabajo limpiando las calles de Río Chico y conocí a la señora Rosa quien vende los casabes y naiboas que ella misma hace en Cúpira y que viaja todos los días para venderlos en una esquina de Río Chico. Conocí a Luisa quien trabaja como cantinera de la principal escuela del pueblo y me contó que es feliz con su trabajo.




                            
                                      'Saltaparriba' y Luisa
     
Señora Rosa y sus naiboas








Santuario





Caminé sus calles y conocí el Santuario de Nuestra Señora de las Mercedes y a la gruta que se esconde a un lado, conocí su alcaldía y su Plaza Bolívar, entré en una que otra tienda playera y hablé con sus vendedores. Me monté en una camioneta y me fui a pasear a sus canales, me sorprendió la arquitectura, para gente adinerada, sin dudarlo.

Me despedía de Río Chico y “Saltaparriba” me acompañó al terminal. Tuvimos que tomar una camioneta pues, estábamos lejos. Un muchacho pidió que lo bajaran por borracho, quizás lo era, no lo sé. Lo que sí sé es que en ese momento ese muchacho era un completo imbécil. Me sentí tan ofendido como si me lo hubiesen dicho a mí.

Llegamos al terminal, tomé el bus, me despedí de “Saltaparriba” quien nunca me dijo su nombre y me despedí de Río Chico, un pueblo que nunca olvido.


Canales de Río Chico








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