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¿Cómo se viven los tiempos de cambio en un país con inestabilidad política y social?

Por primera vez en 25 años pareciera ser que mi país, Venezuela, tiene una oportunidad real de lograr un cambio de gobierno por la vía democrática del voto. Sin embargo, intento no emocionarme y mantener mi esperanza al mínimo. La desesperanza aprendida y la indefensa adquirida ya son parte de mi mecanismo de defensa para enfrentar la realidad de mi país. Hemos pasado demasiadas cosas en los últimos años. No quiero ilusionarme en vano. En mi país, tenemos una relación complicada con las elecciones.  Conscientemente, unos días antes de las elecciones me abastecí de alimento, porque uno nunca sabe qué pueda ocurrir, y si algo ocurre lo mejor es que te agarre con alimento en casa. En Catia, el barrio donde vivo, se escucha “compren velas, por si acaso”.  Todo parece estar normal, sin embargo, tengo una semana que no logro dormir más de 4 horas en la noche. La ansiedad toma mi cuerpo y trato de poner en práctica todas las herramientas que conozco para gestionarla. Un dolor de cabe...

Tinta, Tinta, Tintorero.


Uff esos colores que se alborotan y el olor a madera ya convertida en artesanía tan rico que impregna el lugar, bajo un sol que te deja encandilao’ pero que se mejora con un trago de cocuy, nojuegueee esto es un plan maravilloso al occidente del país. Si no sabes de qué lugar te estoy hablando es porque probablemente no lo hayas visitado, quien lo visita guarda su recuerdo para siempre, te hablo de Tintorero.

Tintorero está ubicado en la vía Barquisimeto-Carora a solo 20 minutos de la capital larense, en pleno Valle de Quíbor. A penas entras al poblado los colores de sus tejidos te impresionan y te sorprendes de la creatividad y esfuerzo que tienen cada uno de los que laboran los textiles.

De hecho, el nombre de Tintorero es por la tinta que se usaba para teñir la lana años atrás, pero con el tiempo este proceso ha quedado en el olvido para darle paso a los nuevos hilos pabilos industriales. 
                                                                                                                                  
Quien inició con todo el trabajo del tejido fue Don Juan Evangelista Torrealba, allá por el año 1895, fue él quien creo el primer taller de tejido y desarrolló en el poblado todo este arte que hoy en día es el sustento de muchas familias. A pesar de que quien inicio todo esto fue Torrealba, a quien más se conoce es al Señor Sixto Sarmiento, él fue aprendiz de Torrealba desde los 15 años y desde entonces el movimiento del telar lo enamoró.

En este increíble lugar los años pasan, pero la tradición permanece intacta. Los artesanos comienzan su formación desde niños, desde el hogar; su yoyo es un carrete de hilo  y su juguete favorito es el telar.

No solo tejidos se elaboran en Tintorero, a pesar que al principio solo se dedicaban a los telares, con el tiempo fueron adoptando nuevas formas de hacer artesanía, entre ellas la alfarería. Hoy por hoy pueden verse una infinita variedad de jarrones, casitas, móviles,  tazas, entre otras cosas hechas con arcilla, y muchas otras hechas con madera, la creatividad de los que aquí laboran no tiene límites.

La popularidad de Tintorero ha cruzado las fronteras y la calidad de su artesanía ya es reconocida en varias partes del Mundo. Todos los años en el mes de Agosto se realiza la Feria Internacional de Tintorero, que apoya y afianza el trabajo realizado en Venezuela pero que también exalta las obras de artesanos de distintos países.

Particularmente, me despierto cada día con el recuerdo y el sabor de Tintorero, esta taza de arcilla elaborada por los pobladores de este lugar me acompaña cada mañana con el tan deseado café caliente. 



Los invito a que conozcan este pueblo en el que los telares nunca paran (y que no lo hagan) y donde los colores de sus hamacas, cobijas, chichorros y su artesanía en general nunca dejan de brillar. 

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